viernes, 12 de septiembre de 2008

NUEVO PERFIL DEL COMUNICADOR

¿CUÁL ES EL NUEVO PERFIL PROFESIONAL DEL COMUNICADOR QUE NECESITAMOS: PERIODISTA, RELACIONISTA, "ESTRELLA", PRODUCTOR...?

Carlos A. Camacho *

"Acabo de ver en la prensa el otro día que de una universidad local se graduaron muchos comunicadores,
demasiados diría yo. ¿Es tanta la necesidad del medio para este campo? Además revisando la formación
ideológica de esa universidad me doy cuenta que esos comunicadores ya tienen un área de trabajo determinado:
los medios masivos [...] ¿Con qué filosofía o ideología deberían formar las universidades? ¿No está todo
comunicador desde su formación cargado de una ideología dirigida a lo masivo y al consumismo?", Ramiro Muñoz.

DISCUSIONES SIN SOLUCIONES

Me parecen oportunos algunos comentarios en torno al rol del comunicador social en nuestros tiempos a partir de la polémica suscitada por el periódico La Razón en las últimas semanas sobre la necesidad o no de elaborar la tesis en la carrera de Ciencias de la Comunicación al nivel de licenciatura.

Si bien en diferentes editoriales y artículos se plantean argumentos a favor y en contra de la tesis, el problema de fondo aún no se ha tocado. Me refiero a la orientación y compromiso que debe tener el profesional de la comunicación en nuestra realidad, que no es sólo una cuestión curricular (plan de estudios) sino también epistemológica (manera de conocer lo que sucede, y esto incluye a la investigación) y política (sentido y dirección de las acciones).

Más allá de polemizar la ineludible función de la investigación científica -la cual lamentablemente se limita a la elaboración de tesis de grado- que debe impulsar y promover la universidad, nos preguntamos sobre la finalidad de la formación académica, más orientada a la demanda de los medios sociales de comunicación, especialmente del medio televisivo.

Esta formación lleva a que los cientos de comunicadores egresados y titulados sean considerados, en las escasas fuentes de trabajo a las que pueden acceder, como la "última rueda del coche" o en el mejor de los casos los "apaga incendios", perdiendo de vista el papel protagónico que la comunicación y los comunicadores están jugando en el escenario social contemporáneo. Estamos en condiciones de afirmar que las sociedades de fin de siglo no se pueden comprender al margen o exclusivamente desde la comunicación.

Por lo tanto, intentaré aproximarme aquí al perfil del comunicador que se requiere tanto en instituciones públicas como privadas. Un perfil orientado -y esto hay que ponerlo en evidencia desde un principio- hacia el desarrollo y, por este mismo hecho, al cambio social, desde la perspectiva que trabaja la planificación de los procesos comunicacionales.

EL OFICIO DEL COMUNICADOR, ¿COMUNICAR?

Detrás de estas polémicas se esconde una manera particular de entender y trabajar la comunicación que no ha logrado superar el difusionismo (modelo lineal) y la visión instrumental que la reduce simplemente a información, persuasión o propaganda. Por eso hay que aclarar que comunicación es mucho más que radio y televisión -es decir, más que los medios de comunicación y las nuevas tecnologías- y, de hecho, que esos tres aspectos mencionados anteriormente, ya que también abarca la comprensión de los actores que en permanente relación e interacción producen sentido (procesos de significación) resultante de sus prácticas y van configurando formas de ser y actuar en sociedad (creación cultural).

Sin duda que esta forma de concebir la comunicación involucra a periodistas/reporteros, publicistas, productores, relacionistas públicos, locutores y otros, pero otorga al comunicador del próximo milenio, preocupado por mejorar la calidad de vida de los hombres y mujeres a los cuales se debe, un perfil particular que trataremos de desentrañar y configurar parcialmente en las siguientes líneas.

Es importante mencionar que todos los seres humanos ejercemos nuestra cualidad como tales y nos constituimos en sujetos sociales gracias a nuestra competencia comunicativa. Empero, en este texto nos referimos al comunicador social como la persona que cumple una labor profesional de intervención consciente y sistemática en las prácticas sociales a partir de saberes, herramientas y técnicas comunicacionales, que en gran parte son resultado de la incorporación y adaptación de otras ciencias sociales, pero que también presentan sus especificidades.

En esta dirección, mucho se critica a los estudiantes de comunicación que en las aulas universitarias revisan de todo un poco sin ninguna profundidad, sin comprender cabalmente que su ser profesional se constituye propiamente en el análisis de los actores en interacción, esto es, en comunicación en situaciones y contextos históricos determinados. Entonces, surge inmediatamente la interrogación: ¿cómo los comunicadores podemos comprender e intervenir en las prácticas sociales si no (re)conocemos y aprendemos ese complejo entramado social como hecho cultural desde la interdisciplinariedad?

PLANIFICADOR Y ARTICULADOR: MÁS ALLÁ DE "ESTRELLA" DE TELEVISIÓN

Al plantear que el comunicador profesional interviene en las prácticas sociales con un claro compromiso con su realidad y los actores allí involucrados y con la construcción de alternativas viables y factibles -lo que supone una postura política evidente-, estamos poniendo en evidencia que la comunicación es mucho más que los medios y sus "estrellas", y que se constituye en un componente consustancial a los procesos sociales y de desarrollo.

En consecuencia lo que aquí estamos expresando y poniendo de manifiesto, en el marco de la comunicación para el desarrollo humano, es la formación de un comunicador/planificador que se constituya, como menciona el profesor uruguayo Washington Uranga, "atravesado por el contexto". Es decir, un profesional capaz de abordar la trama de relaciones que los actores construyen en espacios sociales específicos desde la comprensión y análisis de procesos de significación y producción de sentido (prácticas comunicativas).

Esto, sin duda, permite al comunicador convertirse -gracias a un riguroso manejo de los métodos y técnicas cuantitativas y cualitativas de investigación social y científica- en un articulador de saberes y prácticas en contacto dialógico con los actores, lo que le facultará para el planteamiento de un marco teórico y referencial a partir de la situación de comunicación analizada en su contexto, de la historia y de la experiencia acumulada por el investigador/comunicador respecto de esa situación que es partícipe.

Para realizar adecuadamente esta "intervención social" el comunicador/planificador parte siempre de la realidad abordada para dejarse cuestionar por las necesidades de comunicación que establecen los actores individuales y colectivos y, así, poder buscar alternativas de solución, que en definitiva son transformación de la situación actual (lo que es) en una situación deseada (lo que debería ser).

Por lo tanto, el perfil del comunicador que el país necesita para incrementar sus niveles de desarrollo humano está en directa vinculación con la transformación social, donde empieza a jugar un papel fundamental la planificación de la comunicación. Así, se parte de un diagnóstico comunicacional de un problema concreto de la realidad -desde las concepciones, percepciones y evaluaciones de los sujetos protagonistas- y se diseñan acciones estratégicas de intervención en la generación de cambios para la construcción de una vida más justa, plena y solidaria entre los seres humanos.

AL RESCATE DE LA INVESTIGACIÓN

Partamos de entender la investigación no como una mala palabra o como la causante para la no obtención de nuestro tan preciado título universitario, sino como un proceso sistemático y dinámico de acercamiento a la realidad que nos rodea para, en primera instancia, comprenderla y explicarla y, luego, intervenir en ella con algún propósito deliberado (resolver problemas prácticos) o producir conocimiento gracias al cual la humanidad sigue evolucionando.

Entendida así, la investigación se convierte en un requisito fundamental para todo aquel que pretenda convertirse en profesional -en todo el sentido de la palabra- de algún campo del conocimiento, sea comunicador, abogado, ingeniero o médico. Más aún en el caso de aquellos que diariamente se relacionan con personas de carne y hueso, con sentimientos y sensibilidades tan ricas y diferentes como cambiantes, que deben ser toleradas y respetadas, aprendidas y comprendidas, cambiadas o fortalecidas.

Por ello es que nos resulta imposible pensar en un comunicador -y en cualquier cientista social- que no maneje responsablemente la lógica científica de abordaje de la realidad a partir de la búsqueda controlada de vías de solución a problemas sociales concretos. Esto implica no dejar los hechos a la casualidad, seguir ordenada y comprometidamente las etapas del proceso, basarse en fenómenos observables en la realidad reduciendo los prejuicios y juicios de valor.

Tal como lo corrobora la misión fundamental de la carrera de Ciencias de la Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana: "formar profesionales capacitados y comprometidos con el desarrollo de la sociedad boliviana en un permanente diálogo entre la ciencia y la fe integrando esto con los distintos campos del saber, la investigación y el servicio a la comunidad, para que promuevan, como agentes de cambio, libertad, dignidad y justicia social". La Universidad San Francisco de Asís, de La Paz, plantea a sus alumnos de Comunicación Social la realización de su tesis o proyecto de grado dentro del periodo de estudio de la carrera, contando para ello con la materia de Investigación a lo largo de diez semestres.

Por ello, ratificamos que la forma cómo conocemos la realidad social nos orientará en la manera de intervenir en ella. ¡Qué labor más hermosa y exigente a la que estamos llamados los profesionales de la comunicación!

SUEÑOS EN REALIDAD

Lo que en definitiva he venido planteando es la recuperación de la dimensión humana y social de la comunicación frente a posiciones simplistas que la reducen a medios y tecnologías -y sus "efectos" todopoderosos-, quitándole su valor para reconocer y comprender los procesos mediante los cuales las personas le asignan un significado a su propia vida y a su relación con los otros en la edificación de la historia.

Este desconocimiento -o intención deliberada- ha llevado a reducir el rol del comunicador en la sociedad a simple trabajador de mensajes informativos o persuasivos vaciándolo de su sentido profesional y cargándolo de inclinaciones político-partidarias. Por otro lado, las universidades tampoco han asumido plenamente la formación de comunicadores que superen lo estrictamente mediático y los estudiantes se han conformado pasiva y acríticamente con el actual estado de situación.

Es el momento de asumir responsablemente la formación académica y la práctica profesional de un gestor de la comunicación con una misión de protagonismo clave en la construcción de procesos comunicacionales ligados al impulso, fortalecimiento y sostenimiento de los siguientes aspectos, por citar sólo algunos: redes de diálogo y concertación, de debate y reflexión; niveles reales de participación (información, opinión, toma de decisiones); diagnóstico, planeamiento (política-estrategia-plan), monitoreo y evaluación de procesos de significación y producción de sentido.

Esta mirada al futuro es una especie de utopía que nos permite seguir adelante. Es compromiso por recuperar a la comunicación y los comunicadores del vacío que supuestamente estarían viviendo. Es palabra pendiente y planteamiento abierto que necesita nutrirse de otras visiones. Es sueño esperanzador en éstas y las futuras generaciones de hombres y mujeres comunicadoras.

* Comunicador social.

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